Estamos en plena época de compartir parque con un visitante muy peligroso: la oruga llamada “procesionaria del pino”, la cual todos conocemos por su particular cuerpo lleno de “pelos” y su forma de colocarse en largas hileras.
Esta oruga proviene de nidos que han pasado el invierno en las ramas de los pinos y es en esta época cuando las orugas nacen, abandonan el que ha sido su hogar y las podemos ver por el suelo.
El peligro de estas orugas no es solo para nuestros peludos, también es para nosotros mismos, y sobre todo para los niños. Esos “pelos” que recubren su cuerpo son realmente espículas que ejercen un fuerte efecto urticante sobre todo aquel que los toca. Lo que provoca una reacción alérgica que según dónde afecte puede quedarse en un fuerte erupción o llegar a provocar un angioedema bastante peligroso.
En el caso de nuestros peludos, sobre todo los perros que son los que se las encuentran por el suelo del parque o incluso del campo, el contacto se puede producir de dos maneras: por contacto directo en la piel, o porque el perro trata de chupar o tragarse la oruga.
En el caso del contacto cutáneo, veremos una fuerte reacción alérgica que provocará inflamación de la zona del cuerpo afectada (generalmente cara y hocico) y un picor inicial bastante considerable. Los primeros auxilios en este caso, hasta que podamos acudir a la clínica para administrar el tratamiento correspondiente, sería aplicar frío local en las zonas afectadas, lavar si es posible con agua fría y vigilar que la inflamación no afecte a la vía aérea (interior de la boca o lengua).
Si el contacto con la oruga ha sido por vía oral, entonces el cuadro se puede agravar más. La inflamación se producirá sobre todo en la lengua y en algunos casos puede llegar hasta la glotis. Esta inflamación será bastante evidente, la lengua aumenta considerablemente de tamaño (decimos que incluso “no cabe en la boca”) y si sigue avanzando producirá dificultad respiratoria. Ante esta situación, la primera reacción debe ser acudir inmediatamente a la clínica veterinaria más cercana para administrar tratamiento intravenoso lo antes posible; hay que tener en cuenta que si tenemos comprimidos en nuestro botiquín nos será difícil darlos por vía oral y además tardarán más en hacer efecto con el riesgo que eso puede suponer. Mientras llegamos a la clínica veterinaria, tranquilizamos a nuestro peludo y, si es posible y nos deja, intentamos lavar con agua fría la lengua para eliminar las posibles espículas de la oruga que tenga ahí adheridas.
A más largo plazo, si la reacción ha sido en la lengua, vigilaremos las posibles secuelas sobre la misma ya que puede provocar fuertes úlceras e incluso pérdida de un trozo de esta. Pautaremos en tratamiento antibiótico y las curas necesarias.