La diabetes es una enfermedad que afecta a nuestros peludos y que por desgracia diagnosticamos con relativa frecuencia.
Todos sabemos que los síntomas de la diabetes son principalmente que nuestro perro o gato empieza a beber y sobre todo a orinar mucho. A veces achacamos estos cambios a variaciones en la dieta, al calor ambiental o a cualquier otro factor que lo justifique, pero lo que desde aquí os aconsejamos es que ante cualquier variación en la cantidad de agua que bebe nuestro peludo, o ante el aumento de la cantidad o incluso la frecuencia de los pises, acudáis a la clínica.
Hay muchas causas que pueden provocar estos síntomas, y una de ellas es, sin lugar a duda, la diabetes.
Lo primero que nos gustaría aclarar es que la diabetes se produce por un aumento de la glucosa en sangre, es decir “el azúcar”, pero siempre está provocada por un fallo en el páncreas (órgano endocrino y digestivo que tenemos en el abdomen) y nunca por haber comido mucha azúcar. Dar alimentos ricos en azúcar a nuestro peludo es malo, pero jamás provocará una diabetes.
Como explicamos, un fallo en el páncreas genera la diabetes: este órgano deja de producir la insulina – una hormona encargada de metabolizar la glucosa que ingerimos -, es decir, de “consumir” el “azúcar” de la dieta.
Si el páncreas no genera esta insulina, la glucosa de los alimentos no se desgasta y sube su nivel en sangre, provocando la cascada de síntomas de la diabetes, que inicialmente son ese consumo excesivo de agua, el aumento en la micción y se sigue con un apetito exagerado que paradójicamente se acompaña de pérdida de peso.
Esto es en un estado inicial, porque si la diabetes no se diagnostica y avanza en su desarrollo, acaba provocando lo que llamamos una cetoacidósis diabética, la cual llega a tal nivel de descompensación que acaba provocando anorexia, vómitos y letargia, de difícil control.
Así que la diabetes es una enfermedad que cuanto antes se diagnostique, mejor y más fácil tratamiento tendrá.
El tratamiento inicial, una vez diagnosticada y habiendo hecho un chequeo que nos descarte otras patologías asociadas, es fácil: basta con administrar la insulina que el páncreas no es capaz de producir. Esto, que inicialmente se hace muy cuesta arriba y es lo que más nos preocupa como responsables de nuestros peludos, al final se hace rutina y es algo a lo que nuestro perro o gato se acostumbra fácilmente.
La insulina la aplicamos inyectada de forma subcutánea, y por supuesto en la consulta os enseñamos a ponerla y a usar trucos que hacen que incluso nuestro peludo nos la reclame (por supuesto a cambio de algún premio, ¡claro!).
La dosis inicial de esta insulina es lo que puede que nos cuesta algo calcular, pero una vez establecida, el tratamiento y los controles ya serán rutina.
Por último, si hablamos de diabetes, no podemos olvidar hacer mención a la dieta. Aunque ya hemos dicho que no es una enfermedad producida por el exceso de azúcar en la comida, su tratamiento sí depende de que cambiemos el hábito alimenticio y pasemos a un pienso de digestión rápida y poco aporte glucídico. Respetar la alimentación que os pautemos en la consulta, así como las horas de comida en relación a los tratamientos de insulina, será vital para el éxito del tratamiento y una larga vida de nuestro peludo.
En resumen, si detectas o sospechas que tu perro o gato bebe u orina demasiado, pide cita en la consulta, la rapidez en el diagnóstico nos marcará el éxito de éste.